martes, 17 de mayo de 2016

FUI A LA I MARCHA POR LA IGUALDAD Y CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO DE BIMENES Y ESTO FUE LO QUE VI

Dicen que lo único que necesitas para hacer una revolución feminista es una amiga y el 14 de mayo nos juntamos una abogada, una trabajadora social y una economista.

El ambiente era muy distinto al de otras manifestaciones, tal vez la porque para muchas de las allí presentes  era su primera lucha contra esta lacra social. 

Si algo se palpa en el ambiente en este tipo de concentraciones, por encima de las diferencias entre colectivos, organizadores, la lucha de banderas, los matices en el manifiesto, la eterna lucha entre transfeministas y feministas radicales, las de la segunda, la tercera o incluso las de la cuarta ola, etc. es la unidad. La hermandad en la opresión y en la lucha. Las miles de experiencias compartidas entre mujeres de todo el mundo, todas las violencias sufridas sobre nuestros cuerpos nos son familiares incluso sin conocernos de nada.
Porque no son opresiones individuales, la violencia contra las mujeres no es producto de algunos locos a los que algo muy gordo le ha tenido que pasar para que se le vaya así la cabeza. Las violencias contra las mujeres son sistémicas, con todo un sistema que lo ampara y protege. Que lo normaliza. Porque esa frase que tranquiliza las conciencias de los necios, “si me pasara a mí le dejaría a la primera“, es mentira: porque no hay una “primera”. Porque las primeras señales de peligro están tan normalizadas y tan integradas en la sociedad, que cuando manifiestas tus dudas te tachan de exageradaY contra esa normalización de las conductas que culminan en violencia física, agresiones y maltrato también nos manifestamos. Porque no se puede entender la violencia de género sin el caldo de cultivo en el que crece, sin todas las conductas que la alimentan y disculpan al maltratador, al controlador obsesivo, al celoso patológico, a quien quiere encerrarte, al que considera una muestra de amor infinito decirte si no eres mía no serás de nadie.
No son casos aislados, no son hechos puntuales, no son cuatro locos. Es esta sociedad patriarcal que los ampara, protege, disculpa, y luego se lleva las manos a la cabeza cuando ocurre una desgracia. No morimos: nos matan. 
 
Me encantó ver gente concienciada, y hombres acompañándonos. Empezar a quitarse capas y capas de privilegio masculino arraigadas durante siglos no es tarea fácil, y reconforta ver que allí están, en el proceso. Obviamente, no pudimos evitar pensar cuántos de ellos habrán llegado hasta allí con un compromiso superficial y por estar en contra de la violencia más visible de todas, los asesinatos, y al volver a sus casas con la conciencia tranquila pensando que ya están libres de todo machismo, seguirán tratando como esclavas a sus mujeres, madres, hermanas e hijas. Por algo se empieza, pero no por hacer lo mínimo ya has cumplido.
No pienso no mencionar a todos esos que claman para cuándo un día para erradicar la violencia contra el hombre (omitiendo deliberadamente que esa violencia la ejercen mayoritariamente hombres), o para cuándo un día en contra del maltrato hacia el hombre, o para cuando un día en contra de las denuncias falsas. Quienes pretenden equiparar casos puntuales con violencia sistémica no merecen que les dedique hoy ni un segundo de mi pensamiento.

Fdo: Jessica Castaño
 
 
 

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